¿A qué llamamos masculinidades emergentes?


En 1949, Simone de Beauvoir publica en Francia los dos volúmenes del famoso e importante libro de influencia para los estudiosos de género: El segundo sexo. En este libro encontramos la célebre frase “una no nace mujer, una se vuelve mujer” (Beauvoir, 1970: 83) con la que planta las bases para el concepto de género como un objeto de estudio distinto al sexo. Este plantiamiento, que revolucionó al movimiento feminista, no afecta solamente a lo que, hasta entonces, hemos entendido como feminididad, sino que tambien abre las puertas para comprender, evidenciar y vivificar la existencia de nuevas masculinidades, nuevas formas de ser masculinos, en pocas palabras, masculinidades emergentes

¿Qué es masculinidad emergente?

Las masculinidades emergentes o nuevas masculinidades nos enseña que no existe una sola forma de ser hombre, rechazando la idea de una masculinidad única, hegemónica, lo cual implica que no existe un modelo masculino universal, válido para cualquier lugar y época, la masculinidad, al igual que la personalidad, se construye en cada individuo en variadas formas, matices que hacen que cada quien experimente su ser masculinos de diferentes maneras, sin importar, inclusive, su orientación sexual.


Este proceso de construcción de las identidades de género es dinámico, el cual se crea y se recrea de acuerdo a las relaciones y a las interacciones permanentes con las estructuras del mundo que nos rodea(Otegui 1999), lo que implica que los hombres pueden no pertenecer a una minoría de género pero pueden pertenecer a minorías en otros órdenes: sexual, racial y de clase, entre otros (Gil, 2008)

En palabras laicas, la masculinidad no es exclusiva del hombre heterosexual, lo que implica ademas, que el hombre heterosexual no debe ajustarse a un mismo estandar que rija la forma en que exprese su sentirse hombre.

Pero, en realidad no son nuevas masculinidades

Siguiendo el hilo anterior, en realidad no estamos ante algo novedoso, las distintas masculinidades siempre han existido, simplemente fueron rechazadas, opacadas e incluso perseguidas. Faur (2004) afirma que la masculinidad ha estado siempre reinventándose, y sus transformaciones no han alcanzado todas las dimensiones ni a todos los hombres al mismo tiempo.

No se puede pensar en esquemas dicotómicos entre masculinidades tradicionales y otras bajo el epígrafe de alternativas o nuevas. Para la autora sería conveniente observarlas como parte de una relación compleja, cambiante y multifacética, permitiendo resaltar las posibilidades de conservación o transformación y sus conexiones con los procesos de desarrollo social.

El concepto de "nuevo hombre" según Carabí y Segarra (2000) surgió con connotaciones burlescas, dirigida hacia aquellos hombres de los años 70 que participaban en las tareas del hogar y en la crianza de sus hijos e hijas. Estos hombres participaban en movimientos de vanguardia y revindicaban una masculinidad más tierna y menos agresiva. No se trata de nuevos modelos sino de rescatar los existentes, los que han estado a la sombra de los hegemónicos.



Hay un cambio de los hombres que se está llevando a cabo, que pasa por una mayor participación enla esfera reproductiva, en el cuidado personal, emocional y de la salud

“La masculinidad de fin del siglo XX es una cuestión de consumo, de transacción gozosa o inconsciente, de negociación simbólica en la que loshombres descubren distintas posibilidades de ser, de identificarse, de percibirse, de gozarse” (Aguiar. 1998).

Ciertamente la masculinidad ya no es un tejido simbólico-identitario monolítico, de una sola representación, sino que ya se debe hablar de masculinidades que responden a la cultura de masas y el consumo (Aguiar, 1998).

Una masculinidad sin machismo



Si bien es cierto que el feminismo demostró que el machismo ha afectado directamente a las mujeres, también es cierto que vislumbró que no solo las mujeres eran dominadas por la masculinidad, sino que individuos del sexo masculino alzaron la voz para enunciar su repudio a lo que se llamó masculinidad hegemónica.

Ante este panorama la dominación de la masculina hegemonica deja de ser considerada como un flagelo que afecta exclusivamente a las mujeres sino que también afecta a los grupos masculinos quienes buscaban otras formas de ser hombres, diferente a la que su cultura les exige.

Para concluir, recuerda que la vivencia de la masculinidad lleva consigo la aceptación del sí mismo, y con ello la adecuada salid mental. Si llevas un tiempo que no te encuentras del todo bien y dudas sobre si lo que sientes es ansiedad o depresión. Si no estás seguro de si es normal lo que te ocurre o simplemente necesitas hablar con un profesional de la psicología ​te recomendamos visites esta pagina: Dyadis Psicología un sitio web con especialistas que te atenderán profesionalmente.

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