Antes del advenimiento de la terapia conductual, la medicina psicológica era unconjunto de sistemas especulativos y de métodos intuitivos.
La psicopatología es la disciplina científica que estudia los trastornos mentales tanto desde una vertiente descriptiva (diagnóstico, clasificación, sintomatología) como desde una vertiente explicativa (etiopatogenia, factores de vulnerabilidad, modelos y teorías).
La terapia conductual es una ciencia aplicada paralela a otras tecnologías modernas y, en particular, a aquellas que constituyen la terapéutica médica más reciente. Las posibilidades terapéuticas surgen del descubrimiento de las relaciones sistemáticas de los procesos del organismo. Ya que el aprendizaje es el proceso orgánico más importante para la medicina psicológica, el establecimiento de las relaciones sistemáticas atingentes al proceso deaprendizaje es el camino principal para la terapéutica en esta área.
Sin embargo, el terapeuta conductual con inquietudes científicas no se limita a los métodos derivados de principios. Cuando el bienestar de sus pacientes lo requiere, emplea métodos que empíricamente han demostrado ser efectivos. El cólquico era un remedio eficaz y de amplio uso para los ataques de gota antes de que fuera aislada la colquicina o se entendiera el metabolismo de esa enfermedad (Stetten, 1968). De la misma manera, en la terapia conductual de hoy en día, usamos mezclas de bióxido de carbono y oxígeno para aliviar un tipo de ansiedad, sin saber por medio de qué mecanismo actúan. Nuestro criterio es la existencia de pruebas importantes de una relación entre la administración del agente y el cambio clínico.
Una dificultad muy especial para evaluar cómo es que la técnica psicoterapéutica per se contribuye al cambio estriba en el hecho de que casi cualquier forma de psicoterapia produce un beneficio apreciable en cerca del 50% de los casos, debido, aparentemente, a las reacciones emocionales que los terapeutas evocan en los pacientes y que inhiben la ansiedad (Wolpe, 1958). Por lo tanto, cualquier técnica particular debe ser más efectiva, al menos en primera instancia, que el criterio referido para que pueda considerársele con base en un fundamento empírico
El no observar esta regla puede llevarnos a la aceptación indiscriminada de casi cualquier propuesta y devolvernos al caos precientífico de recetas del cual nos han sacado los principios tecnológicos modernos.
Dos temas han destacado en las críticas de quienes se oponen a la terapia conductual. Una es la acusación de "mecanicista y antihumanista". Los dos adjetivos generalmente se combinan como si se pertenecieran uno al otro, como la cara y la barba. En la medida en que la terapia conductual se basa en mecanismos, es mecanicista. Pero nadie puede afirmar, con justicia, que no es humanista. La idea de que otros tienen más compasión que el terapeuta conductual carece de base real. La medicina interna no es deshumanizada cuando la penicilina reemplaza al sangrado como tratamiento para las infecciones, y tampoco lo es la psicoterapia cuando el condicionamiento sustituye a la asociación libre.
El desconocimiento del carácter distintivo que tiene la terapia conductual ha sido evidente y alarmante, incluso entre algunas personalidades destacadas en el área. Una manifestación de esta falla es la actual "controversia" en torno a la definición misma de la terapia conductual.
Ciertas clases de conducta inadaptada tienen su origen en el aprendizaje, por lo que el conocimiento
de los procesos de aprendizaje y extinción es de gran importancias para lograr cambios. La terapia conductual es la aplicación de ese conocimiento. Este libro ha hecho hincapié en los aspectos relacionados con los principios de la terapia conductual.
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