Los trastornos de la personalidad se han descrito en todas las ediciones del Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) de la American Psychiatric Association (APA).
En
1980 se describieron criterios diagnósticos específicos para definir cada uno de los trastornos de la
personalidad en el DSM-III, y en esa primera versión multiaxial del DSM los trastornos de la personalidad se asignaron al Eje II. Es interesante que las dos principales categorías diagnósticas del
Eje II fueran los trastornos de la personalidad y el que entonces se denominara retraso mental.
Aunque la asignación de estos dos grupos al Eje II venía determinada por múltiples criterios, es fácil imaginar que ambos tipos de trastornos se consideraban «condenas de por vida»; unos se consideraban «psicógenos», y los otros, «biológicos» y hereditarios, pero ambos de larga duración y con
pocas probabilidades de modificación.
Ahora sabemos que algunas de esas distinciones y presunciones son inexactas. Los trastornos de la personalidad son moderadamente hereditarios, en grado
comparable al de trastornos como la depresión mayor y la esquizofrenia. Como ocurre en todas las
vertientes de la medicina, la combinación del riesgo hereditario y del estrés medioambiental puede dar lugar al desarrollo de una enfermedad, una fórmula aplicable a los trastornos de la personalidad y también a otros trastornos psiquiátricos
Los trastornos de la personalidad suelen iniciarse
al final de la adolescencia o al inicio de la edad adulta, y con frecuencia es un trauma o el abandono al inicio de la vida lo que altera el proceso normal de apego e interfiere en el desarrollo de un
sentimiento sano del yo y de las relaciones interpersonales mutuamente satisfactorias.
Una ventaja del sistema multiaxial y de los criterios diagnósticos del DSM-III era que animaba a los clínicos a hacer diagnósticos multiaxiales que incluyeran la presencia o ausencia de un trastorno de la personalidad del Eje II en los pacientes adultos. La investigación sobre la personalidad
ha aumentado exponencialmente y han proliferado datos nuevos sobre la personalidad, los trastornos de la personalidad y la comorbilidad entre el Eje I y el Eje II. Uno de los aspectos investigados
ha sido la opinión ampliamente aceptada de que es mejor conceptualizar la personalidad y los trastornos de la personalidad dimensionalmente en vez de categorialmente
El Grupo de Trabajo sobre Personalidad y Trastornos de la Personalidad del DSM-5 ha desarrollado un nuevo modelo para
los trastornos de la personalidad que ha minimizado las categorías redundantes, ha introducido criterios basados en rasgos dimensionales y ha enmarcado de nuevo la definición central de todos los
trastornos de la personalidad como el deterioro moderado o grave del funcionamiento del concepto del yo (la identidad) y en las relaciones interpersonales.
La APA ha optado por mantener el
contenido del DSM-IV-TR para el sistema diagnóstico principal de los trastornos de la personalidad en el DSM-5, pero las propuestas del Grupo de trabajo se incluyen en la Sección II como
«Modelo alternativo del DSM-5 para los trastornos de la personalidad» para continuar su estudio
En este número especial de FOCUS que compartimos, se han seleccionado a grandes especialistas líderes del campo de los estudios sobre la personalidad y los trastornos de la personalidad para presentar los últimos
resultados de la investigación y del conocimiento clínico en este campo que sigue en desarrollo.
Estamos seguros de que los lectores lo considerarán informativo y clínicamente relevante.
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